Conversaciones sobre el hacer (libros)

Por Erasmo Pantoja


Hoy, en el azar de la navegación internáutica, me encontré con una entrevista a un escritor/traductor/editor argentino que fundó lo que él denomina una "editorial artesanal", BARBA DE ABEJAS (https://barba-de-abejas.tumblr.com/bada). Tirajes pequeños, hechos a mano, libros por demanda una vez agotado el tiraje original, pdf disponible en la página...

La leí con asombro, pues el man articuló unas cosas que me parece que son cruciales y que resonaron mucho con estas inquietudes que vienen surgiendo últimamente con respecto a este hacer, tanto del libro como de la escritura (indisociables, precisamente).
Leerla fue literalmente la prolongación de la conversa (sobre el hacer, sobre el publicar libros).
Copio fragmentos:

"...Es como si los proyectos tuvieran que ver siempre con una dinámica tanto interna como del cuerpo. Porque incluso el taller implica una gimnasia. Eso para mí es la escritura. No me gusta la expresión “literatura”: es quieta, fría, está fuertemente ligada a nacionalidades, géneros, cánones, leyes y cuestiones paratextuales cada vez más propias de los grandes grupos concentrados de la edición. La escritura tal como la entiendo, en cambio, tiene esta naturaleza multiforme que le permite ser muchas cosas al mismo tiempo y poder abrirse a otras prácticas que la atraviesan, redefinen y amplían. La edición se sumó naturalmente a la escritura, lo mismo que la encuadernación, la ilustración, la fotografía, la experimentación con prototipos de encuadernación: todo eso junto es para mí es la escritura. En este sentido, no diferencio la escritura de un poema de la encuadernación de un libro, que ciertamente tiene algo de recuperar una praxis antigua para darle una pequeña vuelta de tuerca a un objeto perfecto como el libro, y resulta que eso no es muy diferente de lo que hacemos cuando escribimos un texto: al fin y al cabo, escribir es intentar darle un pequeñísimo giro individual a una tarea colectiva como el lenguaje..."

A la pregunta "¿Qué importancia le otorgás a las condiciones materiales de la escritura?" responde: "Toda la importancia imaginable. Soy cada vez más un lector de libros que un lector de textos. Me interesan muchísimo los dispositivos materiales ligados a las escrituras. El texto por momentos se me figura como una entidad inasible, un cúmulo de indecisiones y de posibilidades infinitas, algo casi naturalmente digital, podría decirse; en cambio cuando se escribe en una hoja y se construye un objeto alrededor del texto aparece una forma, hay límites propuestos y ese diálogo interno me resulta muy estimulante: la posibilidad de diseñar, de borrar, de versionar, incluso de destruir, que es tan importante para la escritura… Las condiciones materiales de la escritura lo son todo para mí, incluso en el sentido de entender la escritura como la posibilidad de una estrategia de subsistencia, como un medio y un fin. La escritura y cómo circula esa escritura. No solamente como lo que es para la mayoría de las personas, quizás, algo que se hace en los ratos libres o cuando baja no sé qué cosa, cuando se puede, en definitiva. No, yo me doy cuenta de que tengo que escribir y esa necesidad tiene que ver también con que mi forma de vida está organizada alrededor de la escritura, y ni hablar mi subsistencia: como profesor, editor, traductor y escritor trabajo con escritura todo el tiempo. Todo forma parte de un mundo textual y material que, repito, para mí es muy interesante mantener así, completamente dinámico, autosuficiente y parte de una realidad personal íntima".

"...Pienso que la escritura es necesariamente egotista, incluso en el peor sentido de la palabra. Considero que unos pocos lectores son suficientes lectores, tanto para colaborar con mi escritura como para sostener el proyecto editorial. En Argentina, y quizás en el mundo, la mayoría de los escritores somos escritores de trescientos lectores. Para mí tres, treinta o trescientos lectores está bien; ahora tres mil quizás suene más ridículo que deseable o incluso necesario. Entonces en ese punto yo me siento con la total libertad de escribir lo que quiero y de publicarlo cómo y dónde quiero, para un número de personas mucho más cercano a trescientos que a tres mil, a los que voy a poder llegar de manera directa, además. Como traductor, en cambio, siento que hay un punto medio entre la parte necesariamente escritural de la traducción y ese cuidado evidente respecto del autor y del texto fuentes (en mi caso, además, un otro admirado: siempre que traduzco algo lo hago desde ese lugar, jamás desde la obligación, aunque sí desde la necesidad), con la producción de un texto nuevo con un grado fuerte de coautoría. Como editor, por fin (aunque en igual medida que como responsable del Taller de Edición Artesanal), siento que soy todo lo generoso que no soy como escritor y que como traductor soy, en el mejor de los casos, a medias. Porque el editor es en realidad un lector privilegiado que tiene la posibilidad de materializar sus lecturas e intervenciones. En el caso de un editor artesanal “materializar” tiene además un significado literal: hacer los libros. Y eso me parece un gesto de humildad por un lado, y de generosidad por el otro. Compartir lecturas, dar a conocer textos y autores, fabricar libros a mano, todo para unos pocos que para mí son muchísimos, me hace pensar en cocinar, ese otro gran gesto de generosidad cotidiana que, por cierto, siempre compartimos con unos pocos. Veo un arco que va del egotismo (y la soledad) de la escritura al término medio de la traducción y al grado máximo de comunidad, si se quiere, de la edición artesanal. Que todo eso funcione junto es algo catártico y liberador, también. Thoreau decía “En mi cabaña hay tres sillas: una para la soledad, otra para la amistad y una tercera para la sociedad”. Una silla para la escritura, dos para la traducción y tres para la edición, diríamos..."

"...Por eso más allá de la coyuntura (del mercado editorial) creo que en realidad hay además todo un paradigma y una “industria creativa” en crisis. Pienso que la solución puede tener que ver, como quizás haya sugerido André Schiffrin hace 20 años, con devolverle a la edición la escala humana (qué es una editorial, cuánto publica, qué, cómo y dónde pone a circular los bienes materiales que produce, cuánto margen se espera obtener), y por eso aspiro y trabajo con el Taller de Edición Artesanal compartiendo todo lo que voy aprendiendo para que cada vez haya más editoriales pequeñas y diversas, artesanales o no, que se dediquen a un nicho propio y que le den al libro una vuelta de tuerca absolutamente personal. "

(Entrevista completa: http://atletasrevista.com/eric-schierloh-hay-que-hacer-de-la-escritura-una-vida/#targetText=Eric%20Schierloh%20(La%20Plata%2C%201981,la%20editorial%20Barba%20de%20Abejas)

Abrazos,