América Latina is so crazy...

Hoy volví a leer el artículo "Modern China is So Crazy It Needs a New Literary Genre", publicado en 2016 por el Literary Hub.
El autor sugería acuñar un término para definir el nuevo tipo de ficción que se necesitaba para contar la desquiciada realidad de la China contemporánea: "ultra-irreal".

En un pasaje del ensayo, el autor Ning Ken establece una comparación entre el realismo mágico latinoamericano y lo que podría llamarse hoy el ultra–irrealismo chino, y en esta comparación señala tres diferencias importantes:

1. Lo vieja y demasiado vasta que es China en la historia y en el espacio, en contraste con lo "joven" y no tan grande que resulta ser América Latina. Esta primera comparación tiene sentido cuando se piensa en la correlación entre ese gigantismo histórico chino y la magnitud de sus instrumentos de poder. Y sus problemas. Sus laberintos. Sus entrañas.

2. Lo segundo tiene que ver con la noción del tiempo: China se ha ha acelerado tanto, dice Ning Ken, que parece estar en un proceso de desorbitación. Lo que occidente ha hecho en centurias, China lo ha logrado en un par de años: ciudades, fábricas, sistemas de vigilancia, partidos políticos vitalicios. Y así. Esto es ultra-irreal, dice, y no hay realismo mágico suficiente para contarlo.

3. El tercer punto es Internet. Aquí el problema no pasa por el hecho de que en China exista un Internet más rápido o más controlado. El problema es el Internet en sí mismo: es una realidad que supera esa distorsión poética latinoamericana de finales de los años 70 del siglo XX, una realidad "demasiado real" que se escribe al instante y estalla o se colapsa como si se tratara de un fenómeno sideral. La realidad es cambiante, dice, Ning Ken, y compleja en sus estratos y sustratos, y la velocidad de estos cambios, la variedad alucinante del tono de sus vetas, solo puede equipararse a la dinámica vital (rizomática, laberíntica, caleidoscópica) que uno experimenta en Internet.

Claro, los latinoamericanos vivimos hoy en un mundo más complejo y más vertiginoso que el mundo que inspiró a los realistas mágicos. Es un mundo que está a mitad de camino entre la China ultra–irreal y la Isla de las Flores (la película brasileña).
O entre las masacres de indígenas en las montañas colombianas y las marejadas de inmigrantes muertos que llegan a las costas mediterráneas. Todo esto es, como decía Ning Ken, ultra–irreal, o debería serlo. Y así deberíamos escribirlo. O representarlo.
Así con el arte. Con las artes.
Dejémoslo, como seña, en el plano paradójico de la poesía, para ver esa ultra–irrealidad a través de una pecera en la que peces y caracoles y crustáceos nadan en sus propios desperdicios, bajo un tubo de neón. Tomo un pasaje del libro "Espacios habitables", de la poeta Daniela Prado, para dejar un trazo de esa ultra–irrealidad tan familiar y tan devastadora:

"era tarde y nos pareció buena idea discutir
Papas fritas, arroz chino de verduras:
algo barato
La televisión
el mesero tosiendo sobre la comida
un hombre con rasgos asiáticos
llamado Andrés"

*El libro "Espacios habitables", de Daniela Prado, lo editamos en septiembre de este año con Sic Semper Tyrannis Ediciones y Cuántika Studio, y en pocos días empezará a circular por Cali y el resto de Colombia.

**El ensayo de Ning Ken se puede leer en este enlace:
https://lithub.com/modern-china-is-so-crazy-it-needs-a-new-literary-genre/